¿Estás bebiendo agua limpia… o solo agua clara?

Todos hemos escuchado alguna vez que el agua del grifo es “potable”. Es decir, que se puede beber. Y sí, técnicamente es apta para el consumo humano, porque ha pasado por procesos de tratamiento para eliminar patógenos, residuos y materiales en suspensión. Pero ¿eso significa que es saludable?
La realidad es que el agua transparente no siempre es sinónimo de agua limpia.
Para que esa agua que llega a tu casa sea clara y no arrastre partículas visibles, se le añaden compuestos químicos como el sulfato de aluminio, un floculante que ayuda a atrapar residuos y formar lo que se conoce como “lodo tóxico”. El agua se ve cristalina, sí, pero pequeñas partículas de estos compuestos pueden quedar presentes, y pasan desapercibidas en el día a día.
¿Y qué tiene que ver esto con tu salud?
Mucho más de lo que imaginas. Cada vez que usas agua del grifo sin filtrar para cocinar, ya sea para una sopa, arroz, café o té, podrías estar introduciendo pequeñas cantidades de elementos no deseados en tu cuerpo. Aunque las regulaciones buscan mantener estos niveles dentro de límites seguros, tu organismo no pasa por alto estas impurezas. Con el tiempo, estas sustancias se van acumulando, afectando principalmente a tus células.
Cuando las células se encuentran repetidamente ante restos de químicos o metales pesados, reaccionan poniendo en marcha defensas que requieren energía y consumen sus reservas nutricionales. En otras palabras, no sólo estás dejando de nutrir adecuadamente tu cuerpo, sino que además lo estás forzando a protegerse continuamente.
Estos efectos a nivel celular se manifiestan en tu vida diaria como cansancio persistente, digestiones más lentas, inflamación leve, una piel sin brillo y una sensación continua de simplemente existir en lugar de disfrutar de una vida plena.
¿Cómo saber si el agua que tomo está limpia?
Que el agua se vea transparente no quiere decir que sea totalmente pura. Puede tener cosas malas que no vemos, como metales, plásticos o restos de productos químicos. Para saber si el agua es buena, hay que saber de dónde viene y hacer pruebas de vez en cuando. En España, hay una ley, el Real Decreto 140/2003, que dice cómo debe ser el agua que bebemos. Pero, aunque el agua cumpla con esta ley, a veces puede tener pequeñas cantidades de cosas que no queremos.
¿Cómo debe ser el agua que tomamos?
Para que el agua sea apta para beber, lo esencial es que:
- No tenga color, olor o sabor: Debe ser totalmente transparente y sin ningún aroma o gusto que se pueda notar.
- Sin rastros de impurezas: Debe estar limpia de gérmenes que causen enfermedades, metales dañinos y sustancias químicas perjudiciales.
- Con minerales importantes: Debe incluir minerales buenos como el calcio y el magnesio en cantidades justas para el cuerpo.
En Miia, nuestros aparatos de ósmosis inversa que añaden minerales de nuevo, se aseguran de que el agua tenga todo esto, dándote agua limpia y con el balance perfecto.
¿Qué nos pasa si tomamos agua sin purificar?
Ingerir agua que no ha sido purificada puede acarrear efectos negativos en tu bienestar:
- Complicaciones digestivas: El desarrollo de bacterias del tipo E. coli o Salmonella puede originar episodios de diarrea e infecciones estomacales.
- Depósito de elementos tóxicos: Metales de gran peso y demás agentes dañinos tienen la posibilidad de concentrarse dentro del cuerpo, lo cual daña el funcionamiento de las células y genera cansancio o hinchazón.
- Peligro de dolencias duraderas: Estar expuesto de forma continua a ciertas partículas que se encuentran en el agua puede incrementar la probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas.
¿Qué pasa si solo tomo agua pura?
Optar solo por agua purificada trae consigo un abanico de ventajas para tu salud:
- Potencia la hidratación de tus células: Al estar libre de impurezas, el agua se asimila mejor, lo que beneficia el funcionamiento celular.
- Disminuye la presencia de toxinas: Reduce el contacto con elementos dañinos, facilitando la labor de órganos como el hígado y los riñones.
- Incrementa tu bienestar integral: Puede ayudar a mejorar tu digestión, darte una piel más radiante y aumentar tus niveles de energía.
En Miia, impulsamos el consumo de "agua viva", que es purificada y remineralizada, para que goces de una salud y un bienestar óptimos.
El mito del agua embotellada: ¿realmente es mejor?
Muchas personas que han tomado conciencia de estos riesgos deciden dar el siguiente paso: dejar el agua del grifo y optar por agua embotellada en vidrio. Una decisión valiente y acertada en apariencia. Pero hay un gran “pero” del que casi nadie habla: ¿y con qué agua cocinas?
Porque aunque bebas agua embotellada, sigues utilizando agua del grifo para hervir verduras, preparar caldos, cocinar arroz, pasta o incluso para lavar los alimentos. Y todo ese proceso vuelve a introducir los residuos químicos que estabas intentando evitar.
Además, el agua embotellada almacenada durante semanas o meses pierde vitalidad estructural. Es lo que algunos expertos llaman “agua muerta”: agua sin energía, con moléculas que se agrupan en grandes racimos que las células no pueden absorber correctamente. El resultado: menor hidratación real y más trabajo para el organismo.
¿La solución? Volver a lo esencial. Agua viva, agua purificada.
En Agua Miia, creemos que la salud empieza con algo tan básico como el agua. Por eso ofrecemos sistemas de ósmosis inversa con remineralización, que filtran en profundidad y devuelven al agua su pureza original, libre de cloro, metales, floculantes, microplásticos y residuos químicos.
Pero no solo filtramos: también remineralizamos el agua, manteniendo el equilibrio perfecto de minerales esenciales que tu cuerpo necesita para funcionar correctamente.
Además, como el agua se purifica al instante, evitas el problema de las “aguas muertas”: lo que bebes es agua viva, con una estructura molecular ligera que las células absorben con facilidad, sin esfuerzo, y que contribuye a su regeneración natural.
No se trata solo de beber agua. Se trata de cuidar tu energía.
En una época en la que cada vez más personas se sienten agotadas, influidas por un entorno tóxico, comida ultraprocesada, estrés y falta de descanso, empezar por purificar el agua es una forma sencilla y poderosa de reducir carga interna. Tu cuerpo no debería tener que defenderse de lo que bebes. Debería beneficiarse de ello.
Con Miia, puedes dar ese paso sin complicaciones:
- Sin cargar botellas.
- Sin generar residuos plásticos.
- Sin instalaciones complicadas.
- Con una cuota mensual sin inversión inicial o con la opción de comprar el equipo si lo prefieres.
Beber bien no es un lujo. Es el punto de partida.
Agua Miia no es solo un sistema de filtración. Es una forma de volver a lo esencial, a lo que funciona, a lo que alimenta de verdad.
Porque cuando tus células están bien hidratadas, con agua purificada y estructurada, todo cambia: tu energía, tu digestión, tu concentración, tu descanso. Todo mejora.
Y si un cambio tan profundo puede empezar por algo tan simple como abrir el grifo…
¿Por qué no empezar hoy?
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