La huella de carbono de beber agua embotellada vs. purificada

Optar por agua envasada podría verse como algo práctico y sin riesgos, pero cada botella conlleva un considerable costo para el planeta. Gran parte de estas botellas son de plástico PET, un derivado del petróleo, cuya fabricación y traslado provocan una notable emisión de carbono.
Desde que se obtienen los componentes básicos, pasando por la creación del recipiente, el llenado, el envío a lugares lejanos y, al final, su eliminación (que a menudo no incluye el reciclaje), todo el proceso de vida de una botella de agua contamina de manera alarmante.
Según varios análisis, una simple botella de plástico podría liberar hasta 82,8 gramos de CO₂, y si el consumo de agua embotellada es frecuente, esto podría traducirse en cientos de kilos de emisiones por año en cada casa.
Agua purificada en casa: la alternativa con menor impacto
Frente a esto, los sistemas de purificación por ósmosis inversa, como el que ofrece Miia, permiten obtener agua pura directamente del grifo, sin necesidad de transportar, embotellar ni desechar plásticos.
Aunque todo sistema de tratamiento conlleva un consumo energético, la huella de carbono de un sistema de ósmosis bien optimizado es muy inferior al del consumo continuado de agua embotellada. Además, elimina completamente la necesidad de generar residuos plásticos de un solo uso.
Con Miia, el impacto ambiental se reduce significativamente desde el primer día:
- Sin emisiones por transporte.
- Sin residuos plásticos.
- Uso eficiente de energía.
- Larga vida útil de los filtros y equipos.
Beber mejor también es cuidar el planeta
Optar por agua purificada no solo es una decisión saludable para ti y tu familia, sino también para el medio ambiente. Al reducir tu dependencia del plástico y eliminar las emisiones innecesarias asociadas al transporte de botellas, contribuyes activamente a disminuir tu huella ecológica.
Con Miia, beber agua de calidad también significa vivir de forma más sostenible. Porque cuidar de tu salud y del planeta puede empezar por un simple gesto: abrir el grifo.