Agua purificada: clave para una dieta saludable

En cualquier plan de alimentación equilibrada y consciente, solemos centrarnos en los alimentos: frutas, verduras, proteínas, grasas saludables… Pero a menudo olvidamos un elemento esencial que influye directamente en nuestra salud: el agua.
El cuerpo humano está compuesto en su mayoría por agua, y cada una de sus funciones vitales —desde la digestión hasta la circulación sanguínea o la eliminación de toxinas— depende de una buena hidratación. Por eso, la calidad del agua que bebemos y utilizamos para cocinar es tan importante como lo que comemos.
¿Por qué importa el tipo de agua?
El agua del grifo puede contener cloro, cal, metales pesados, microplásticos e incluso residuos de pesticidas o productos farmacéuticos. Aunque estos contaminantes están regulados, su presencia puede afectar a nuestro organismo a largo plazo y a menudo pasan desapercibidos por el olor o el sabor.
Cuando se lleva una dieta saludable, lo que se busca es mejorar el funcionamiento del cuerpo, reducir la inflamación, favorecer la digestión y aportar los nutrientes adecuados. Beber agua purificada, libre de elementos perjudiciales, es un complemento esencial para que ese esfuerzo tenga realmente efecto.
Además, utilizar agua purificada en la preparación de los alimentos —ya sea hervir pasta, cocinar verduras o preparar infusiones— garantiza que los sabores se mantengan más puros, sin alteraciones químicas ni restos de cloro.
Miia: salud desde el grifo
El sistema de ósmosis inversa de Miia permite eliminar hasta el 99 % de los contaminantes del agua del grifo, ofreciendo un agua limpia, ligera y con buen sabor. Al integrar este tipo de agua en tu día a día, no solo mejoras tu hidratación, sino que también optimizas el valor nutritivo de tu dieta, cuidando tu sistema digestivo, tu piel y tus órganos vitales.
Y lo más importante: lo haces de forma sostenible y sin esfuerzo, con una suscripción asequible y sin necesidad de depender del agua embotellada.
Con Miia, el agua que bebes impulsa tu salud y refuerza tu alimentación. Comer bien empieza también por hidratarse bien.